Este es un espacio dirigido a los estudiantes del Liceo Pedro Leandro Ipuche y Escuela Agraria de Santa Clara de Olimar, con recursos tanto para su uso en clase, como de apoyo a las tareas en casa...

lunes, 24 de julio de 2017

"Colonos rusos en el Uruguay"


          En 1913 llega por primera vez al Uruguay un contingente de inmigrantes eslavos, que será el primer eslabón de una cadena que propició la llegada de más inmigrantes. Es importante destacar que la inmigración rusa de esa época se caracterizó por la llegada de los mismos en forma colectiva y no individual como será en épocas posteriores. Los grupos fueron varios, y llegaron en diferentes años, pero se toma como inicio de la inmigración la llegada de 300 familias en el año 1913, las cuales se aposentaron en la zona correspondiente a los campos del Sr. Alberto Espalter y que hoy se denomina, San Javier.
          Este primer grupo de inmigrantes provenientes de diversas zonas de la región del Cáucaso, había abrazado una nueva tendencia religiosa desprendida de la iglesia Ortodoxa, llamada Novo Izrailskaya Obschina, por lo cual sufrieron persecución de parte del estado y debieron emigrar, en principio a la frontera china y luego hacia otros puntos del planeta. Su conductor religioso, Basilio Lubkov, fue el encargado de realizar los trámites pertinentes para lograr encontrar una tierra fértil, donde se pudieran instalar estos inmigrantes, la mayoría de ellos agricultores. Con este afán tiene contactos con varias sociedades del norte de América, en EEUU y Canadá, pero estos trámites no llegan a buen fin. Entonces tiene noticias de que el entonces presidente de la república del Uruguay, José Batlle y Ordóñez, estaba propiciando a través de la cancillería, el ingreso de inmigrantes de cualquier origen, pero que provinieran del campo y fueran agricultores, pues era lo que el país en formación necesitaba para su desarrollo. Enterado de esta situación Lubkov, realiza las tratativas necesarias y organiza el viaje a estas tierras.
          La llegada de los inmigrantes rusos al Uruguay, se concreta en el mes de mayo, pero de acuerdo a las disposiciones vigentes en la época, los recién llegados debían pasar una etapa de cuarentena en lo que se denominaba el Hotel de los Inmigrantes. Este lugar que no era más que una sucesión de barracas y conventillos, dejó muy mal recuerdo en los recién llegados, pues allí se disponía de mínimos servicios higiénicos y las condiciones de vida eran pésimas. Pasado un tiempo y viendo que no se conseguía salir de este lugar, muchas personas comenzaron a buscar trabajo en fábricas montevideanas y a instalarse en la ciudad, así fue que el grupo se disgregó parcialmente, pues estas personas ya no se reintegraron al mismo, permaneciendo en el lugar de trabajo, lo mismo que ciertos colonos que se habían trasladado a otros departamentos del país. El resto de los inmigrantes seguían esperando el traslado al tan ansiado lugar de aposentamiento. Algunos niños enfermaron y debieron ser trasladados a centros hospitalarios, donde quedaron internados, aún cuando sus padres dejaron la capital.
          En el mes de junio, cansados de las esperas y promesas incumplidas, los inmigrantes deciden hacer un reclamo ante las autoridades legislativas, se dirigen al Palacio Legislativo y se sientan en las escalinatas esperando la llegada de los legisladores. En esa actitud los observa el Sr. Alberto Espalter, legislador del partido nacional, el cual se acerca a ellos y escucha sus reclamos. Ya en las cámaras hace pública la situación y expone su deseo de ayudar a estas personas, ofreciendo al estado sus tierras, ubicadas en el departamento de Río Negro.
          De esta manera los colonos rusos se instalan en los campos del Sr. Espalter, luego de ser trasladados en dos barcazas que los dejan en el mes de julio en pleno monte nativo, a orillas del río Uruguay. Esto conllevó muchas penurias, pues el tiempo era lluvioso y frío y no había como resguardarse de las inclemencias. Cuentan que en los primeros días se hicieron una especie de trincheras donde se colocaban colchones o abrigos y allí se acostaba a los niños, para que no sufrieran el frío nocturno.
          Esta situación hizo que Basilio Lubkov organizara el trabajo en cuadrillas o grupos de personas que se abocaron a la tarea de levantar casas (similares a las isbas de la lejana Rusia), que se hacían con barro, pero se revestían con varillas de madera y se blanqueaban a la cal para mantenerlas limpias y sin insectos.
              Otras cuadrillas, pescaban o recogían frutos de los montes vecinos, todo lo cual compartían en forma cooperativa. También se comenzó el desmonte y posterior siembra de diversas especies de cereales y frutos, pues se observó que la tierra era de muy buena calidad, y los cultivos prosperarían rápidamente y de buena manera.
          Los campos que ofreciera el Sr. Espalter al estado uruguayo, quedaron bajo la tutela del Banco Hipotecario, el cual sería acreedor durante muchas décadas de esta colonia.
          A partir de los años 20, las tierras resultaron insuficientes, y se procedió a la compra de 10.000 hás. más de campos los que posibilitaron mayores instancias de laboreo y permitieron que las familias pudieran permanecer en le campo sin emigrar a la ciudad.
          A los pocos meses de la llegada de los colonos, se comenzó a mensurar los campos de lo que sería la primer colonia y que se denominó Ofir, que en ruso significa algo similar a paraíso, este nombre estuvo determinado por el hecho de que a pesar de las penurias de las primeras épocas, los recién llegados encontraron aquí una rica tierra, con mucho sol y con una gran tranquilidad.
El fraccionamiento de esta primera colonia se realizó teniendo en cuenta el tamaño de las familias, y también el grado de asociación al jefe espiritual del grupo, es decir Lubkov. Las parcelas eran de 45 o 60 hás y fueron durante mucho tiempo el sustento principal de las familias, quienes además de sembrar cereales, producían todos los productos de huerta, y criaban aves de corral así como también tenían generalmente algunas vacas para su ordeñe y posterior elaboración de derivados de la leche.
          El primer núcleo de colonos se instaló en la fracción Nº 34, algo alejado del río, siendo una zona alta, que se consideró apropiada para tal fin. Unos años más tarde se optará por el lugar que ocupa hoy San Javier, sobre todo por su cercanía al río, lo que daba la posibilidad de relacionarse con las poblaciones cercanas, por vía fluvial.
          Siendo estos colonos de carácter religioso, el culto fue propiciado por el guía espiritual desde los primeros tiempos. Al principio se llevaba a cabo en alguna casa de familia, luego cuando se realizó la señalización del poblado en el lugar en que se encuentra hoy, también se construyó un edificio para tales efectos al cual se denominó Sabraña. El culto consistía en una reunión los días domingos en la mañana, días de asueto, en la que se cantaban salmos y luego se escuchaba la palabra de alguna persona asociada al grupo y se realizaba alguna actividad social como cierre.
          En 1914, viendo Lubkov la necesidad de conocer el idioma español y comenzar a insertarse en la sociedad, solicita a primaria la instalación de una escuela pública. Esta se construye de chapas y madera y comienza a funcionar el 14 de setiembre de ese mismo año. La maestra recién llegada debió trabajar mucho debido a que los niños ingresados fueron más de 150, de diversas edades, y desconociendo ellos el idioma español y la maestra el idioma ruso. Esta característica marcará luego a esta colectividad, pues el idioma ruso, hoy muy olvidado, nunca se enseñó a nivel escolar.
          En 1916 el pueblo, paulatinamente, se comienza a trasladar a su lugar actual de ubicación. Uno de los primeros edificios construidos en este sitio, fue el viejo galpón de piedra que serviría durante muchísimos años de depósito de cereales para toda la zona. En él funcionó también en los primeros tiempos, el molino aceitero, que fue el primero que se implementó en el país y era una novedad tan grande, que todos los visitantes llegados a San Javier se llevaban de regalo un botellita de aceite. En este primer molino las actividades eran prácticamente manuales, y el aceite se obtenía moviendo grandes ruedas de piedra que molían y exprimían el girasol.
          El pueblo señalizado por aquellos años contaba con sesenta y dos manzanas y cuatrocientos noventa solares de 30 por 60 metros.
          La agricultura se desarrolló de manera formidable debido a la fertilidad de los campos. Los rusos sembraban cereales, lino, avena, cebada y una planta desconocida para los criollos, el girasol, por ello se decía que los rusos estaban locos y sembraban flores en el campo en vez de cereales. También se generalizaron los cultivos de todo tipo de verduras las cuales se llevaban a vender a Paysandú en forma bastante particular, pues se organizaban caravanas de carros típicos del báltico que recorrían los pocos caminos existentes para poder ofrecer los productos de granja a la población citadina. Por aquellas primeras épocas para llegar a Paysandú se debía cruzar el arroyo Negro en balsa en las cercanías de su desembocadura en el río Uruguay.
          Los agricultores fueron organizados por Lubkov en grupos de 5 familias a las cuales se les entregó, un arado de mancera y uno o dos bueyes, fomentando de esta manera, una vez más el trabajo cooperativo. Años más tarde se abandonó el trabajo cooperativo pero subsistió una cooperativa de consumo que siguió funcionando hasta los años 70, aproximadamente, en diversos regímenes de explotación.
          Dada la falta de caminos como ya mencioné, se organizó un servicio de lanchas a cargo de los señores Zuquetti y Castarnov que llevaban pasajeros a Paysandú varias veces a la semana, y a Fray Bentos y Nuevo Berlín, una vez por semana. Mientras tanto, la balandra Malvina a cargo de los señores Bugaiov y Gidkov, llevaba cargas de carbón y leña que se cargaban en la boca del arroyo Farrapos.
          Por aquellos primeros años llegó al pueblo un médico ruso Basilio Vasilievich Venustov, al que llamaban “Dr. Ruso”, que realizó trabajos de medicina general, fue partero, etc. (su cargo fue de practicante, pues no tenía título en este país).
          La vida en esas épocas se desarrollaba de forma simple, la mayor parte de los trabajos eran manuales y en general debía trabajar toda la familia. El hombre se encargaba de las tareas más pesadas, pero la mujer además de atender la casa, ayudaba en los quehaceres del campo, sembrando, ordeñando vacas, organizando la huerta, lo que hacía su vida muy difícil. A su vez los niños solían comenzar a trabajar muy jóvenes en labores de pastoreo o de huerta, y según consta en los libros diarios de la escuela, en el mes de setiembre, la mayoría abandonaba la escuela pues debía ayudar en la siembra.
          A pesar de ello la gente era muy sociable, reuniéndose en diferentes casas, semana a semana, y organizando en ellas bailes acompañados de acordeones, o con diversos juegos en los cuales se divertían hasta altas horas de la noche.
          En le pueblo se habían construido baños rusos de vapor a los cuales concurrían los hombres de los campos vecinos (ya que era un entretenimiento de varones), para realizar su baño de los sábados.
En la década del 20 se comienza a generar un gran descontento hacía Basilio Lubkov, basado en las denuncias de irregularidades económicas, lo que generó su decisión de volver a Rusia, en 1926, acompañado de una serie de seguidores (unas 50 familias) y con la promesa del gobierno de la URSS, de trabajar allí. La vida en San Javier continuó con algunas diferencias, debido a la llegada de nuevos inmigrantes que huían de la revolución y que traían ideas diferentes a las existentes donde ya dominaba el tema político, por encima del religioso o social.
Además de toda la actividad económica de la zona, la gente comenzó a pensar en actividades deportivas, el 14 de junio de 1928 se funda un equipo de fútbol, como no podía ser de otra manera su nombre era San Javier Fútbol Club. Este equipo trajo muchos lauros a esta localidad y fue la fuente de la cual se conformaron otra serie de grupos, ya fuera de fútbol o de otras actividades deportivas.
          A partir del año 1929, año de crisis económica, y por esa razón entre otras, se crea en la zona el partido comunista. Esto genera la llegada de diversas figuras a nivel nacional, sobre todo cuando en 1933, Terra da un golpe de estado. En un acto de carácter ilegal y al cual concurrió la legisladora comunista Julia Arévalo para disertar, muere a causa de la represión emprendida por la policía, la señora Julia Skorina, vecina de esta localidad. Otras personas resultaron heridas. Un sindicalista de Paysandú de apellido Hidalgo huyó por entre los montes e informó de esta situación.
Estas situaciones irán conformando un cuadro de movimientos sociales, que darán una característica especial a San Javier.
          En 1936, un grupo de jóvenes, dirigidos por Lázaro Safronov (el zapatero de la localidad) deciden fundar un club social con la idea de que la diversión se acompañara de cultura. En este club se comenzó a dar clases de pintura, costura, corte y confección y había una biblioteca, este club era el Juventud Unida. …
          El 1º de abril de 1939, el Sr. Vladimir Sabelín inaugura un servicio de ómnibus entre esta población y Paysandú, las ciudad más cercana y a la cual se concurría a realizar todo tipo de compras, los caminos habían surgido y aunque no eran muy buenos, permitían el transporte carretero. En pocos años la empresa creció notablemente transformándose en una empresa nacional e internacional.
          En los años 40 la guerra sacude a Europa y la población de San Javier, se estremece, pues sabe que allí han quedado parte de sus familiares. La gente se organiza en comisiones, así surge el Comité de Ayuda a la Unión Soviética: las mujeres, tejen bufandas, sombreros, abrigos de todo tipo; y los hombres organizan todo tipo de eventos con el fin de solventar los gastos que esto originaba. Todos estos implementos eran enviados al frente y seguramente habrán logrado apaciguar el frío de más de un soldado.
          También en los últimos años de la década del 30, se comienza la construcción de una nueva escuela, ya que el número de alumnos había crecido, así como también la población y era necesario disponer de más salones y maestras.
          En estas décadas también se desató una nueva calamidad para la región, como fue la invasión de langosta. Durante mucho tiempo la gente luchó denodadamente contra este flagelo, se recibió apoyo del gobierno y finalmente se logró la desaparición de la misma. Pero fue un fuerte golpe para la agricultura y las expectativas de quienes vivían de ella. Se necesitó tiempo y esfuerzo para recuperar lo perdido.
          Alrededor del año 1943, se organiza una comisión cuyos integrantes forman el Centro Juvenil Eslavo, en donde se dictan clases de idioma ruso y de danzas eslavas. El 25 de agosto de ese año, se inauguró con la presencia de autoridades y pueblo. Este club desarrollará labores culturales y sociales, como ya dijimos, clases de ruso, de danzas rusas, teatro de aficionados y coro entre otros. En el año 1957, una asamblea de socios resolverá denominarlo Centro Cultural Máximo Gorki, como filial del club del mismo nombre que funcionaba en Montevideo. A partir de allí se abocó a la construcción del edificio en que funcionaría y a la tramitación de su personería jurídica, obteniendo esto último en 1959.
          Entre los años 44 y 46 se realiza por primera vez una huelga de esquiladores por un hecho banal, pero a partir de ésta, se organiza en el pueblo el Sindicato de Oficios Varios y el Sindicato Agrario, los cuales tuvieron una característica muy especial; por primera vez se reunían todos los trabajadores y patrones involucrados en las diferentes tareas, y definían los sueldos a pagar en todas las áreas. Este sistema regularizaba los salarios que surgían de un acuerdo común, y no generaba roces entre los distintos sectores de la producción por diferencias de opinión que ya habían sido zanjadas en los acuerdos precedentes. Posteriormente estos sindicatos se dividieron y dieron origen al sindicato Portuario que surgió debido al aumento considerable del movimiento del puerto (último puerto para barcos de ultramar del Río Uruguay), por el cual se exportaban cereales que se producían en la zona y también harina, elemento éste que se había comenzado a producir y que llegó incluso a ser exportado a Brasil.
          El molino harinero funcionó durante muchos años en un gran galpón que se encuentra, aún hoy, en la ribera del río Uruguay y abastecía de esta materia prima a todas las zonas cercanas. En la década del 70, la devaluación continúa y los altos impuestos creados a este tipo de producción, sumado al cierre de las exportaciones, generan el cierre y desmantelamiento de dicho molino. Conjuntamente con la producción de aceite y harina, se produjeron, durante varios años, diversos tipos de quesos.
          A partir del 1946, nuevamente se suscitan situaciones de descontento en la población, esta vez se solicitaba la llegada de un médico permanente, la expansión de la colonia a las tierras de la Estancia Farrapos y la mejora de caminos.
          Varios vecinos de la zona, decidieron hacer estas denuncias, escribiendo con tiza en diversos lugares del pueblo: algunas oficinas públicas y casas particulares. Como carecían de otros elementos escribieron con tiza. Ante la denuncia de los dueños de las viviendas involucradas, dichos vecinos fueron detenidos y puestos a disposición de la justicia.
           También en esta época llegan nuevos inmigrantes a San Javier, estos provenían de las zonas más afectadas por la guerra y cuya capacidad de recuperación era complicada. Es por ello que se instalan en esta localidad inmigrantes, polacos, judíos y eslavos en general.
          Por aquellos días se comienza a gestar una movilización cada vez más importante respecto a la posibilidad de anexar las tierras de Farrapos a esta colonia. Las primeras acciones consistieron en realizar reuniones en las áreas linderas a la estancia; estas eran generalmente vigiladas por peones a caballo de la misma estancia. Mientras tanto se realizaban gestiones en Montevideo ante los ministerios correspondientes. Pasaron varios años sin ninguna novedad, por lo cual, en 1952, el primero de mayo, un grupo de sindicalistas y afiliados al partido comunista, decide cortar las alambradas e introducirse en la estancia. La actividad se realiza con éxito, y ya en el predio de la estancia, se realiza una asamblea y posterior picnic, el cual acaba cuando llega la policía y lleva detenida a la mayor parte de la concurrencia.
          Este hecho generó una denuncia a nivel nacional y da lugar a que en el año 1953, se anexen finalmente 30.000 hás de campo a la colonia. Este nuevo fraccionamiento llevará el nombre de Colonia Luis A. de Herrera. Un hecho significativo fue que ninguna de las personas involucradas en las actividades de movilización, así como sus familiares, recibieran parcelas de campo, se supone que fue un castigo a sus acciones.
          Ese mismo año, visitó el pueblo, el presidente Luis Batlle Berres, la población se vistió de fiesta. Durante días un grupo de 70 jóvenes ensayaron un desfile a caballo y en el día de la visita desfilaron ante el presidente cantando en ruso.
          Debemos acotar que el 19 de junio del año 52, se formó la Liga regional de Fútbol con la integración de los siguientes equipos: Club Atlético San Javier, Club Nacional de Fútbol, Libertad Fútbol Club, Club Atlético Ofir, Club Atlético Peñarol de Ofir, Uruguay Fútbol Club de Bellaco, Club Atlético San Ramón, Arroyo Negro Fútbol Club. Todas estas entidades deportivas dieron un brillo especial a las actividades que se realizaban en la zona e incentivaron notablemente la actividad deportiva. Lamentablemente el progresivo despoblamiento de la campaña que comienza a gestarse por aquellos años, llevó a que muchos de estos equipos desaparecieran.
En estas últimas décadas, el pueblo se expandió y al tener un mayor número de pobladores, se instalaron en él, servicios de agua potable (OSE) y de luz eléctrica (UTE). Este último servicio se distribuía desde una usina termoeléctrica, la cual funcionaba en principio, durante la noche, recién en la década del 60 comenzó a funcionar en forma continua.
          En 1958 comienza a funcionar por primera vez, en el local de la escuela, el liceo. Esta iniciativa tuvo sus precursoras en cuatro madres que iniciaron la solicitud del liceo para sus hijos, recogiendo firmas para tal fin. Ellas fueron Ana Golovchenko, Sofía Moreira, Justa Agache y Catalina Bichkov. La importancia de este centro de estudios será fundamental para la localidad pues permitirá extender los estudios de los jóvenes de todos los estamentos sociales sin abandonar el pueblo. Este centro de estudios, pasará a funcionar luego en el Centro Cultural Juventud Unida, y finalmente logrará su lugar definitivo cuando se construya el edificio en el cual se dictan los cursos en la actualidad. El nuevo edificio se inauguró en el año 1972.
          En el mismo año 1958, llega a San Javier, el primer médico permanente, el cual estuvo instalado durante más de cuatro décadas y fue el Dr. Ricardo Voelker. El mismo formó familia en esta localidad y tuvo una triste relevancia en los hechos ocurridos en la dictadura militar que asoló el país en los años 70 y 80.
          Entre las décadas del 50 y el 60 surgen nuevos emprendimientos en la localidad y otros se amplían, uno de ellos fue de carácter muy importante, pues propició la mano de obra, nos referimos a la metalúrgica de Demetrio Gurin. Esta empresa recorrió el país construyendo grandes galpones para el almacenamiento de granos y otros usos, pero también creó los primeros equipos girasoleros que se usaban en la cosecha de este oleaginoso, que por aquel entonces empezaba a sembrarse en diversos puntos del territorio.
          Por estas fechas, también se construye el cine. Este edificio se realizó con el aporte y la administración de la cooperativa de consumo. Vino a sustituir las primitivas instalaciones del viejo galpón de piedra, donde las sesiones de cine se realizaban gracias a que el equipo era movido por el generador del molino harinero.
          Las grandes construcciones que van apareciendo en el pueblo generan admiración, sobre todo de los visitantes, ya que pocas poblaciones del interior con tan pocos habitantes, contaban y cuentan aún hoy, con estructuras edilicias de esa magnitud.
          (...) -En la década del ’60- llegaba a este pueblo mucha literatura rusa o mejor dicho soviética, esto generó expectativas en la población y muchas familias tomaron la decisión de volver a lo que aún consideraban su patria. Es por ese motivo que un núcleo importante de ciudadanos parten a la Unión Soviética, con el objetivo de encontrar una vida mejor. De este grupo de viajeros algunos volverían al pueblo y otros permanecerían en Rusia, aunque siempre añorando esta tierra.
También se dinamizó el contacto con la Unión Soviética. La universidad de los Pueblos Patricio Lumumba ofreció becas y varios jóvenes de la localidad partieron a estudiar a Moscú. Algunos de ellos tendrían la triste experiencia de vivir muchos años bajo sospecha, cuando la dictadura militar se instaló en nuestro país. Otros fueron detenidos, torturados y debieron pagar con cárcel durante mucho tiempo la osadía de viajar a estudiar a una tierra cuestionada.
          En estos años el pueblo se convirtió en una sombra, su población era sospechosa de subversión y estaba en constante vigilancia. Los allanamientos de morada, las detenciones, comenzaron a realizarse en forma sistemática y toda aquella simpática situación de ser rusos con costumbres e ideas diferentes, se transformó en una trágica carga. También se detuvieron las actividades sociales y culturales y durante esos años, el pueblo se dedicó a sobrevivir. En abril de 1984 la muerte por torturas en el Batallón de Infantería Nº 9 del Dr. Vladimir A. Roslik, sacudió la estructura de la población y del país. En un momento en el cual parecía que ya la dictadura se estaba yendo, era impensable un suceso de este tipo.
          (…) Nuevas familias se aposentan en la zona, de las primeras familias rusas quedan pocos representantes, la mayoría de los descendientes desconocen el idioma. Pero el pueblo continúa su lucha, sigue mejorando día a día, con el apoyo de autoridades, hoy en día con el apoyo de la embajada de Rusia, y tratando sistemáticamente de señalar su condición de población perteneciente a la diáspora rusa.
Texto extraído de: “Los Rusos en Uruguay: Historia y Contemporaneidad”

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