Derecho divino
Esto significa
que el poder emanaba de Dios y que el monarca ejercía dicho poder sin necesidad
de atenerse a ningún tipo de limitación jurídica, dado que su voluntad quedaba
por encima de las leyes. De alguna manera la Iglesia operaba de “intermediaria”
entre Dios y el Rey, y se asumía que el Rey era naturalmente bueno, correcto y
justo.
Poder hereditario y vitalicio
La condición de
monarca o rey pasaba de padres a hijos de forma automática, más allá de
condiciones o capacidades individuales, y se ejercía de por vida.
Poder absoluto
El monarca
concentraba y detentaba el poder absoluto, no había ningún tipo de división de
poderes, como hay hoy en los estados modernos. El rey tomaba la potestad de
fijar leyes y decretos (atribución legislativa), asesorado cuanto mucho por un
grupo de consejeros, así como de juzgar (atribución judicial), de instaurar
impuestos, etc. No existían organismos fiscalizadores del accionar del monarca.
Ciertas
teorías-filosóficas respaldaron este poder absoluto como razón de estado:
Bossuet, clérigo e intelectual francés, defendía la teoría del origen divino
del poder. Otros filósofos de entonces, como Bodin o Hobbes, sostenían que el
poder del monarca era la única garantía para evitar que los intereses de
diferentes grupos sociales terminaran con el orden social establecido.
Ejército profesional
La persona del
rey y sus amplísimas posesiones debían ser defendidas por una nutrida guardia
real y por el accionar de un ejército profesionalizado, que le era
incondicional y debía mantener el sistema monárquico en orden, puesto que era
su brazo armado.
Sociedad estamental
Burocracia y diplomacia al servicio del rey
Un grupo
considerable de ministros y funcionarios públicos eran los responsables de que
funcionara el reino como unidad administrativa. Una forma de ganar tierras y
poder para los reyes era la guerra, pero otra muy importante fue la
negociación. Para eso se necesitaban embajadores, que además de hacer tratados,
alianzas y pactos, buscaban efectuar matrimonios convenientes.
Respaldo de la nobleza y el clero
Es evidente que en la monarquía absoluta no existían derechos ni garantías individuales, y que la inequidad era un fermento permanente del descontento, que se pudo mantener por el apoyo de los nobles, que recibían ciertos favores del rey, y del clero, que era parte del poder mismo en estados teocráticos como los de entonces.
Administración centralizada
El pago de
impuestos sostenía los elevados gastos que demandaba la casa real y el
funcionamiento de una compleja burocracia. La economía se basaba en la explotación
agrícola de las tierras pertenecientes a los nobles, también se
desarrolló el mercantilismo, con gran peso de los metales preciosos en la economía.
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