Este es un espacio dirigido a los estudiantes del Liceo Pedro Leandro Ipuche y Escuela Agraria de Santa Clara de Olimar, con recursos tanto para su uso en clase, como de apoyo a las tareas en casa...

miércoles, 20 de marzo de 2013

Luis XIV: un ejemplo de monarca absoluto




“Los franceses llaman al siglo XVII, el siglo de Luis XIV o Le Grand Siècle, porque señala el apogeo de la Francia borbónica y absolutista. El reinado de Luis XIV es el más largo que registra la historia de Francia. Duró setenta y dos años.(...)
Hijo de Luis XIII y Ana de Austria, reina a la que su marido no confiaba más que para explicarle los disgustos que le daban sus amantes francesas. Un día Luis XIII fue a París a visitar a una de ellas, ya retirada en un convento, se vio obligado por una tempestad a refugiarse en el Louvre, donde vivía la reina. Aquella inopinada visita a su esposa fue causa de que naciera el heredero del trono, el prototipo de todo un régimen: Luis XIV.”
Éste es le Roi Solei, el que según los franceses, caracteriza todo un siglo. Luis XIV era fuerte, sano, de bella presencia, convencido de que su misión de gobernar a un gran pueblo no permitía injerencias de nadie, a veces escuchaba la opinión de los demás, pero siempre quería resolver él los asuntos.
La administración de Mazarino (1643-1661)
Al morir Luis XIII en 1643, fue sucedido por su hijo también de nombre Luis, entonces con cinco años de edad, circunstancia por la que se repitió el esquema del reinado anterior, depositándose el poder real en una Regencia también ocupada por la madre del niño mientras que éste llegaba a la mayoría de edad. La Regente Ana de Austria, estuvo auxiliada por el cardenal Mazarino, quien había llegado a la Corte bajo la protección de Richelieu, y quien como Ministro de Francia, habría de desempeñar un papel similar al de su antecesor.
Durante la administración de Mazarino, los sucesos más destacados en la situación interna del país fueron dos movimientos rebeldes ocurridos entre 1648 y 1652, conocidos como Frondas, cuyas causas principales fueron: el absolutismo fiscal de Mazarino, las restricciones a los privilegios de los nobles y del Parlamento de París, la antipatía del pueblo francés hacia los extranjeros –Ana de Austria la reina (dinastía Habsburgo) y Mazarino (origen siciliano)- y el descontento por el alza continua en el precio de los alimentos. 
En política internacional, el suceso más importante de la administración de Mazarino fue la firma del tratado de Westfalia que en 1648 puso fin a la Guerra de los Treinta Años, consagrando la derrota de la hegemonía Habsburgo en Alemania y los éxitos de Francia que, como resultado de la guerra, no solo aumentó su territorio sino su poder hegemónico en Europa.
Gobierno absolutista de Luis XIV (1661-1715)
El reinado de Luis XIV posterior a la muerte de Mazarino fue el ejemplo más destacado de monarquía absoluta europea. Esto no solo se debió a los propios méritos de este rey, sino al proceso de concentración de poder iniciado por Enrique IV y continuado por Richelieu, Luis XIII y Mazarino, para imponer, no sin grandes dificultades, los mecanismo de control –políticos y financieros- que sometieron definitivamente a la nobleza.
En 1661, tras la muerte de Mazarino, Luis XIV anunció su intención de gobernar solo, oponiéndose a que los consejeros ocuparan cargos elevados o tomaran decisiones por su cuenta sobre el destino de Francia.  Pero lo más significativo para su política absolutista fue que Luis XIV no permitió la participación de los Estados Generales (asambleas estamentales) y nunca los convocó, a pesar de que a lo largo de los reinados anteriores estas asambleas habían intervenido frecuentemente y habían sido reivindicadas durante los años de las Frondas.
A partir de 1682 la corte fue instalada en el Palacio de Versalles, que, convertido en sede del gobierno, fue también el escenario de un aparatoso ceremonial cortesano, intencionalmente establecido por el monarca con el propósito de apartar a la nobleza de sus tareas como autoridades locales para tenerla enteramente a su merced. La administración de las provincias quedó en manos de los intendentes de origen burgués que controlaban la justicia, se ocupaban de las cuestiones municipales y recaudaban impuestos.
Con respecto a las cuestiones religiosas, la monarquía absolutista francesa consiguió imponerse sobre el Clero.
El absolutismo de Luis XIV se manifestó también en el terreno de la intolerancia religiosa y las principales víctimas en este sentido fueron los hugonotes, que sumaban  menos del diez por ciento de la población francesa. En 1685 revocó el edicto de Nantes, privando a los protestantes del derecho legal a practicar su religión. 
Tuvo un ministro, Colbert, que sabía agenciar sus recursos, en tanto que el propio rey sabía gastarlos (...) en aventuras de política exterior. Colbert era plebeyo, hijo de un mercader que no creyó necesario darle educación literaria. A los cincuenta años, siendo ya ministro del “rey cristianísimo”, trataba de aprender latín (...). Colbert asciende de grado en grado hasta alcanzar la alta posición de intendente (ministro) de Hacienda (...) la que encontró sumida en un embrollo de deudas, garantías, pagarés y bonos entregados a prestamistas. Colbert, sin llegar nunca a la liquidación de un presupuesto, consiguió al meno satisfacer las grandes necesidades de la costosísima corte de Luis XIV y sus todavía más costosos ejércitos. El plan de Colbert era transformar a Francia, de un país agrícola, como había sido hasta entonces, en un país esencialmente industrial y mercantil, el centro de la economía europea.  Favoreció toda clase de nuevas industrias, desde la fábrica de tapices de los Gobelinos hasta las plantaciones de moreras para gusanos de seda; envió instrucciones a los fabricantes de tejidos de lana, exponiendo los colores y calidad que debían tener las telas para competir con las de otros mercados, y a estas iniciativas y direcciones del gobierno siguió el nombramiento de inspectores autorizados para castigar a quienes fabricaran mercancías de inferior calidad (...). Colbert hizo esfuerzos desesperados para acabar de una vez para siempre con las aduanas regionales y otras trabas y gabelas que hacían en extremo difícil el comercio interior. Trazó una red de caminos que llegaran por doquier, habilitó puertos y empezó canales que durante años abarataron los transportes en Francia. El primer canal de Languedoc, que puso en comunicación el Atlántico con el Mediterráneo, fue inaugurado por Colbert en 1681 (...). También el ministro consideró herencia prodigiosa los territorios franceses ultramarinos (...) estableció y protegió la formación de compañías francesas para el comercio con las Antillas, el Extremo Oriente, y empresas locales como la explotación de los bosques del Pirineo y las pesquerías del mar del Norte. Convencido además de que la superioridad de los franceses dependía de su buen gusto y temperamento estético, pensó contribuir a la prosperidad de Francia con la creación de la Academia de Bellas Artes en Roma y la Academia de Ciencias y de la Música en París (...). Luis XIV trabajaba al menos nueve horas diarias; pero no podía abarcar los múltiples servicios del estado. La organización era defectuosa; los altos oficiales, que habían comprado sus cargos, no se consideraban parte de un engranaje administrativo y no cooperaban mutuamente. La falta de articulación se notaba sobre todo en tiempo de guerra. 
(...)Así se gobernaba a Francia, el país más importante de Europa en el siglo XVI, con cuatro ministros intendentes, un ministro femenino y un primer ministro que era el propio rey, quien además, de elegir a sus generales y embajadores, les daba instrucciones directas de puño y letra o respaldaba con notas aclaratorias los despachos que redactaban sus ministros.(...)
Otro entretenimiento de los cortesanos de Luis XIV fue la lucha de la Iglesia de Francia con la curia romana. (...) El rey pretendía nombrarlos obispos, pero el Papa reclamaba el derecho  de aprobación. Luis XIV quería ser absoluto en Francia y no quería que el Papa lo fuera en Roma.
 Al principio se creyó que los galantes desórdenes del rey acabarían por apartarle de los asuntos políticos; pero, por lo visto, la vitalidad de Luis XIV le permitió distinguirse en los dos campos. A Luis XIV, en su juventud por lo menos, le gustaba la variación en estas intimidades femeninas. Las Memorias de Saint-Simon descubren la existencia de amantes regias sin categoría oficial. Por orden cronológico, las amantes titulares de Luis XIV se sucedieron como sigue: su primer amor fue María Manzini, sobrina del cardenal Mazarino, italiana. La segunda fue mademoiselle de la Vallière, que dio al rey tres hijos: dos varones que murieron niños y una niña (...). el amor del rey por La Vallière duró hasta 1670, pero ya antes había empezado a manifestar interés por una dama de la reina, casada con cierto Montespan. Hubo un período en que Saint-Simon dice que las gentes de Versalles se regocijaban viendo a las tres reinas: la esposa legítima, María Teresa de Austria, la Vallière y la Montespan. Pronto triunfó esta última, y el marido fue enviado primero a la Bastilla, después a sus tierras de Guyena. Saint-Simon dice: “los partos de madame Montespan eran públicos (...)” tuvo del rey ocho hijos (...). la necesidad de Luis XIV de tener a su lado a una mujer inteligente, capaz de aconsejarle, determinó su casamiento (en secreto) con la última favorita, la llamada madame de Maintenon. Durante los últimos treinta años de Luis XIV, Madame de Maintenon fue su fidelísima colaboradora y consejera.

Textos:Delgado, Gloria, El mundo moderno y contemporáneo, tomo I, Pág 185, Ed Pearson, Quinta edición, México, 2005
Extraído de: Historia Univeral, Tomo 15, Los cambios de la Edad Moderna, Ed. Salvat, Madrid, 2004. 301-317.

Actividad:   
Busca en el diccionario las palabras que no conozcas. 
Elabora una lista de elementos nombrados que son característicos de una monarquía absoluta citándolos a través del modelo de Luis XIV.

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