“Los franceses llaman al siglo XVII, el siglo de Luis
XIV o Le Grand Siècle, porque señala el apogeo de la Francia borbónica y
absolutista. El reinado de Luis XIV es el más largo que registra la historia de
Francia. Duró setenta y dos años.(...)
Hijo de
Luis XIII y Ana de Austria, reina a la que su marido no confiaba más que para
explicarle los disgustos que le daban sus amantes francesas. Un día Luis XIII
fue a París a visitar a una de ellas, ya retirada en un convento, se vio
obligado por una tempestad a refugiarse en el Louvre, donde vivía la reina.
Aquella inopinada visita a su esposa fue causa de que naciera el heredero del
trono, el prototipo de todo un régimen: Luis XIV.”
Éste es le Roi Solei, el que según los
franceses, caracteriza todo un siglo. Luis XIV era fuerte, sano, de bella
presencia, convencido de que su misión de gobernar a un gran pueblo no permitía
injerencias de nadie, a veces escuchaba la opinión de los demás, pero siempre
quería resolver él los asuntos.
La administración de
Mazarino (1643-1661)
Al morir Luis XIII en 1643, fue sucedido por su hijo
también de nombre Luis, entonces con cinco años de edad, circunstancia por la
que se repitió el esquema del reinado anterior, depositándose el poder real en
una Regencia también ocupada por la madre del niño mientras que éste llegaba a
la mayoría de edad. La Regente Ana
de Austria, estuvo auxiliada por el cardenal Mazarino, quien había llegado a la Corte bajo la protección de
Richelieu, y quien como Ministro de Francia, habría de desempeñar un papel
similar al de su antecesor.
Durante la administración de Mazarino, los sucesos más
destacados en la situación interna del país fueron dos movimientos rebeldes
ocurridos entre 1648 y 1652, conocidos como Frondas,
cuyas causas principales fueron: el absolutismo fiscal de Mazarino, las
restricciones a los privilegios de los nobles y del Parlamento de París, la
antipatía del pueblo francés hacia los extranjeros –Ana de Austria la reina
(dinastía Habsburgo) y Mazarino (origen siciliano)- y el descontento por el
alza continua en el precio de los alimentos.
En política internacional, el suceso más importante de
la administración de Mazarino fue la firma del tratado de Westfalia que en 1648
puso fin a la Guerra
de los Treinta Años, consagrando la derrota de la hegemonía Habsburgo en
Alemania y los éxitos de Francia que, como resultado de la guerra, no solo
aumentó su territorio sino su poder hegemónico en Europa.
Gobierno absolutista de
Luis XIV (1661-1715)
El reinado de Luis XIV posterior a la muerte de
Mazarino fue el ejemplo más destacado de monarquía absoluta europea. Esto no
solo se debió a los propios méritos de este rey, sino al proceso de
concentración de poder iniciado por Enrique IV y continuado por Richelieu, Luis
XIII y Mazarino, para imponer, no sin grandes dificultades, los mecanismo de
control –políticos y financieros- que sometieron definitivamente a la nobleza.
En 1661, tras la muerte de Mazarino, Luis XIV anunció
su intención de gobernar solo, oponiéndose a que los consejeros ocuparan cargos
elevados o tomaran decisiones por su cuenta sobre el destino de Francia. Pero lo más significativo para su política
absolutista fue que Luis XIV no permitió la participación de los Estados
Generales (asambleas estamentales) y nunca los convocó, a pesar de que a lo
largo de los reinados anteriores estas asambleas habían intervenido
frecuentemente y habían sido reivindicadas durante los años de las Frondas.
A partir de 1682 la corte fue instalada en el Palacio
de Versalles, que, convertido en sede del gobierno, fue también el escenario de
un aparatoso ceremonial cortesano, intencionalmente establecido por el monarca
con el propósito de apartar a la nobleza de sus tareas como autoridades locales
para tenerla enteramente a su merced. La administración de las provincias quedó
en manos de los intendentes de origen burgués que controlaban la justicia, se
ocupaban de las cuestiones municipales y recaudaban impuestos.
Con respecto a las cuestiones religiosas, la monarquía
absolutista francesa consiguió imponerse sobre el Clero.
El absolutismo de Luis XIV se manifestó también en el
terreno de la intolerancia religiosa y las principales víctimas en este sentido
fueron los hugonotes, que sumaban menos
del diez por ciento de la población francesa. En 1685 revocó el edicto de
Nantes, privando a los protestantes del derecho legal a practicar su
religión.
Tuvo un ministro, Colbert, que sabía agenciar sus
recursos, en tanto que el propio rey sabía gastarlos (...) en aventuras de
política exterior. Colbert era plebeyo, hijo de un mercader que no creyó
necesario darle educación literaria. A los cincuenta años, siendo ya ministro
del “rey cristianísimo”, trataba de aprender latín (...). Colbert asciende de
grado en grado hasta alcanzar la alta posición de intendente (ministro) de
Hacienda (...) la que encontró sumida en un embrollo de deudas, garantías,
pagarés y bonos entregados a prestamistas. Colbert, sin llegar nunca a la
liquidación de un presupuesto, consiguió al meno satisfacer las grandes
necesidades de la costosísima corte de Luis XIV y sus todavía más costosos
ejércitos. El plan de Colbert era transformar a Francia, de un país agrícola,
como había sido hasta entonces, en un país esencialmente industrial y
mercantil, el centro de la economía europea.
Favoreció toda clase de nuevas industrias, desde la fábrica de tapices
de los Gobelinos hasta las plantaciones de moreras para gusanos de seda; envió
instrucciones a los fabricantes de tejidos de lana, exponiendo los colores y
calidad que debían tener las telas para competir con las de otros mercados, y a
estas iniciativas y direcciones del gobierno siguió el nombramiento de
inspectores autorizados para castigar a quienes fabricaran mercancías de
inferior calidad (...). Colbert hizo esfuerzos desesperados para acabar de una
vez para siempre con las aduanas regionales y otras trabas y gabelas que hacían
en extremo difícil el comercio interior. Trazó una red de caminos que llegaran
por doquier, habilitó puertos y empezó canales que durante años abarataron los
transportes en Francia. El primer canal de Languedoc, que puso en
comunicación el Atlántico con el Mediterráneo, fue inaugurado por Colbert en
1681 (...). También el ministro consideró herencia prodigiosa los territorios
franceses ultramarinos (...) estableció y protegió la formación de compañías
francesas para el comercio con las Antillas, el Extremo Oriente, y empresas
locales como la explotación de los bosques del Pirineo y las pesquerías del mar
del Norte. Convencido además de que la superioridad de los franceses dependía
de su buen gusto y temperamento estético, pensó contribuir a la prosperidad de
Francia con la creación de la
Academia de Bellas Artes en Roma y la Academia de Ciencias y de
la Música en
París (...). Luis XIV trabajaba al menos nueve horas diarias; pero no podía
abarcar los múltiples servicios del estado. La organización era defectuosa; los
altos oficiales, que habían comprado sus cargos, no se consideraban parte de un
engranaje administrativo y no cooperaban mutuamente. La falta de articulación se
notaba sobre todo en tiempo de guerra.
(...)Así se gobernaba a Francia, el país más
importante de Europa en el siglo XVI, con cuatro ministros intendentes, un
ministro femenino y un primer ministro que era el propio rey, quien además, de
elegir a sus generales y embajadores, les daba instrucciones directas de puño y
letra o respaldaba con notas aclaratorias los despachos que redactaban sus
ministros.(...)
Otro entretenimiento de los cortesanos de Luis XIV fue
la lucha de la Iglesia
de Francia con la curia romana. (...) El rey pretendía nombrarlos obispos, pero
el Papa reclamaba el derecho de
aprobación. Luis XIV quería ser absoluto en Francia y no quería que el Papa lo
fuera en Roma.
Al principio se
creyó que los galantes desórdenes del rey acabarían por apartarle de los
asuntos políticos; pero, por lo visto, la vitalidad de Luis XIV le permitió
distinguirse en los dos campos. A Luis XIV, en su juventud por lo menos, le
gustaba la variación en estas intimidades femeninas. Las Memorias de Saint-Simon
descubren la existencia de amantes regias sin categoría oficial. Por orden
cronológico, las amantes titulares de Luis XIV se sucedieron como sigue: su
primer amor fue María Manzini, sobrina del cardenal Mazarino, italiana. La
segunda fue mademoiselle de la
Vallière , que dio al rey tres hijos: dos varones que murieron
niños y una niña (...). el amor del rey por La Vallière duró hasta 1670,
pero ya antes había empezado a manifestar interés por una dama de la reina,
casada con cierto Montespan. Hubo un período en que Saint-Simon dice que las
gentes de Versalles se regocijaban viendo a las tres reinas: la esposa
legítima, María Teresa de Austria, la Vallière y la Montespan. Pronto
triunfó esta última, y el marido fue enviado primero a la Bastilla , después a sus
tierras de Guyena. Saint-Simon dice: “los partos de madame Montespan eran
públicos (...)” tuvo del rey ocho hijos (...). la necesidad de Luis XIV de
tener a su lado a una mujer inteligente, capaz de aconsejarle, determinó su
casamiento (en secreto) con la última favorita, la llamada madame de Maintenon.
Durante los últimos treinta años de Luis XIV, Madame de Maintenon fue su
fidelísima colaboradora y consejera.
Textos:Delgado, Gloria, El mundo moderno y
contemporáneo, tomo I, Pág 185, Ed Pearson, Quinta edición, México, 2005
Extraído de: Historia Univeral, Tomo 15, Los cambios
de la Edad Moderna ,
Ed. Salvat, Madrid, 2004. 301-317.
Actividad:
Busca en el diccionario las palabras que no conozcas.
Elabora una lista de elementos nombrados que son característicos de una monarquía absoluta
citándolos a través del modelo de Luis XIV.
No hay comentarios:
Publicar un comentario