Este es un espacio dirigido a los estudiantes del Liceo Pedro Leandro Ipuche y Escuela Agraria de Santa Clara de Olimar, con recursos tanto para su uso en clase, como de apoyo a las tareas en casa...

miércoles, 24 de mayo de 2023

EL URUGUAY DE LA MODERNIZACIÓN


1- La modernización en el Uruguay: ¿un proceso impulsado por los cambios a nivel mundial?

“El último cuarto del siglo XIX estuvo marcado por cambios cualitativos y cuantitativos de importancia, a nivel mundial, que debemos tener como trasfondo permanente de nuestro análisis del Uruguay entre 1876 y 1904.

La industria en los países desarrollados de Europa y en EEUU, adquirió la supremacía sobre los demás sectores de la economía. Esto permitió que la burguesía – especialmente la industrial – afirmara su incidencia política.

Y esa industria vivió por entonces lo que se ha llamado la “segunda revolución industrial”. La metalurgia del hierro progresó a grandes pasos, mejorando la producción de acero, nació el aluminio; surgió el caucho. La química fue llamada a ser auxiliar fundamental de la industria (textil, por ejemplo). Los transportes evolucionaron de manera asombrosa. Se vivió la “era del riel”. El ferrocarril facilitó la consolidación interna de varios países, “achicó” los continentes y permitió una mejor relación económica intercontinental. Por sí mismo, por su demanda de hierro, carbón, etc., fue el mayor dinamizador de la economía y movió grandes capitales. Pero además debe mencionarse el avance del buque a vapor (…).

Y si de comunicaciones se trata, este período fue el del perfeccionamiento del telégrafo sin hilos y de los cables submarinos, así como el del nacimiento del teléfono.

Las fuentes de energía constituyeron otro capítulo básico. La electricidad revolucionó la industria, los transportes y la vida doméstica, y sobre fines del siglo el motor a explosión y los primeros automóviles promovieron la explotación de los yacimientos petrolíferos.

Los capitales necesarios para sostener toda esa ebullición, tenían un volumen muy distinto a los de la primera mitad de siglo. La concentración capitalista en la industria y en las finanzas fue una característica de la época. Los grandes bancos, los trusts, las sociedades anónimas marcaban el ritmo.

La libra esterlina funcionaba, de hecho, como moneda internacional.

Un notorio crecimiento demográfico acompañaba el proceso y la urbanización avanzaba.

En conclusión, la transformación mayor – resultado de todos los factores referidos – fue el surgimiento de una economía a escala mundial.

Afluyeron a Europa las materias primas y los productos alimenticios de regiones nuevas: EEUU, Argentina, Canadá, Rusia, Australia, etc., por citar los ejemplos más contundentes. Europa enviaba productos manufacturados y capitales (…). El capital retornaba por diversos conductos (dividendos,servicios de deuda pública, fletes, pagos de bienes de capital, etc.) y el juego volvía a empezar.

También exportaba hombres. El empuje demográfico originó un torrente migratorio (…). Entre 1870 y 1914 se calcula que salieron de Europa unos 40 millones de emigrantes, cifra asombrosa.

La economía a escala mundial implicaba interdependencia. Pero para los países periféricos significaba, más claramente, dependencia de los países centrales. Por lo que las crisis nacidas en éstos iban a ser, desde entonces, trasmitidas a las regiones dependientes.

Las economías centrales – con Gran Bretaña a la cabeza -, procuraban adaptar las economías periféricas a sus propias necesidades. Concretamente: recibir materias primas y alimentos y colocar bienes manufacturados y capitales.

Para que las “nuevas” economías ingresaran a este dinámico circuito económico-financiero, en el interior de cada país periférico debían producirse cambios que lo adecuaran al mundo moderno.

Cambios no sólo económicos; también políticos-administrativos y culturales (por ej. implantar las pautas de consumo propias de las sociedades más desarrolladas).

Este proceso de adaptación y puesta al día se denomina modernización, término ya bien asimilado por nuestra historiografía (…). La evolución del país, entonces, se proceso por el estímulo externo y no coincidió necesariamente con las reales necesidades de la sociedad uruguaya. Dicho de otra manera: la modernización hizo del Uruguay una región cada vez más dependiente de los centros mundiales de poder. Si bien a partir del fin de la Guerra Grande (1851) los signos de la modernización comenzaron a manifestarse, fue a partir de 1876 que el proceso se hizo más notorio y coherente. A los gobiernos militares del período 1876-1886 correspondió la tarea de crear las condiciones indispensables para la inserción del Uruguay en la órbita capitalista británica” Méndez Vives, Enrique: “El Uruguay de la modernización (1876-1904)”, Historia Uruguaya, t.5, Ed. Banda Oriental, 1994, pp.1,2,3.

Bases políticas.

Caracterización del Militarismo.

Documentos historiográficos.

“El gobierno de Latorre no fue solamente un gobierno de hecho, es decir, un gobierno no legitimado constitucionalmente. Fue una dictadura ejercida sin límites. No se mantuvieron ni garantías, ni formas constitucionales ni aún para los bienes fundamentales del hombre: la vida y la libertad.

Latorre tenía una gran pasión de mando pero no lo ejercía para medrar; tampoco para satisfacer venganzas personales. Estaba persuadido de que servía al país y ejercía una justicia expeditiva, ordenando sin trámites legales, sin expedientes, el restablecimiento de los derechos lesionados (…).

Puede afirmarse que Latorre gobernó en función de la campaña, aproximándola a la ciudad haciendo desaparecer entre ambas los antagonismos tradicionales, sellando de tal suerte la unidad del país, entorpecida por un caudillismo decadente y consagrado definitivamente al principio de autoridad…” J.E. Pivel Devoto, A.R.de Pivel Devoto: “Historia de la República Oriental del Uruguay”, pp. 347-352.

“Latorre fue un regulador y ordenador de la vida civilizada; su obra es fundamentalmente una obra civil (Código civil, Registro civil. etc.) ; organizó el estado moderno que comenzó a cobrar el monopolio de la violencia y vio en el fusil Rémington que empezaba a exportarse desde EEUU (excedentes de la guerra de secesión), el arma capaz de darle al ejército del Estado, una insuperable ventaja sobre las lanzas y las boleadoras montoneras”. Vázquez Franco: “Latorre, clave del país moderno”, en Revista “Hoy es Historia”, Mdeo., 1986.

“El militarismo significó desde el ángulo político, la sustitución de las banderías tradicionales (blancos y colorados) (…) y las nuevas (los principistas), por el gobierno de los grupos de presión más fuertes en lo económico, aliados algrupo de presión más fuerte en el poder real y coactivo: el ejército. La inoperancia, la debilidad y el tono artificial que había asumido paulatinamente la superestructura política de la República, se tradujo en una asunción del poder casi directa por parte del substractum de la sociedad uruguaya: las “fuerzas vivas” de su economía (alto comercio, clase alta rural, inversionistas extranjeros)”. J.P.Barrán, B. Nahum: ·”Historia rural del Uruguay moderno”, t.1, p.479.

Bases económicas: los cambios en el medio rural.-

“La revolución del alambrado o el cercamiento de los campos fue parte esencial de la conversión de la estancia en empresa, o sea, de su modernización. Si el primer paso en ese camino había sido la introducción del ovino, el segundo fue el alambrado, que trajo consigo la afirmación de la propiedad privada. Por ello todos los estancieros, tanto los modernos como los rutinarios (usan pradera natural, ganado cimarrón), alambraron sus tierras en pocos años, transformando el campo.

El cerco de alambre fijaba con precisión la tierra que cada uno poseía; consolidaba la propiedad en manos de sus ocupantes; ahorraba mano de obra porque el ganado no podía huir y perderse; favorecía la crianza de ovinos y vacunos porque posibilitaba la cruza controlada; impedía que el campo fuera atravesado por intrusos, evitando robos y corridas.

Cada vez más estancieros comprendían que era necesario aumentar la productividad de su campo y ello se podía lograr mestizando. Pero el mestizaje requería alambramiento. Cuando el Código Rural impuso la medianería forzosa, o sea, que si un estanciero alambraba el lindero tenía que compartir sus costos, el cercamiento cobró gran impulso. El Estado lo reforzó eximiendo de impuestos aduaneros al alambre y bajando la Contribución Inmobiliaria de los campos cercados”

Nahum, Benjamín: “Breve historia del Uruguay independiente”, Ed. Banda Oriental, Mdeo., 1999, p.58.

La desocupación por el alambramiento

“Barrán y Nahum consideran al alambramiento una revolución tecnológica. Entendemos que significó un fenómeno social de gran significación: como ellos dicen, citando a Aldo Solari “marca el final del proceso de apoderamiento de la tierra” (y el ganado). En ese sentido si bien supone un hecho tecnológico que origina desocupación, ese fenómeno está envuelto en un proceso más amplio que incluye el empleo de la fuerza (ejercida o potencial) o la presión económica (el endeudamiento por medianería del alambramiento) y la expulsión de agregados y pequeños propietarios y poseedores. Este desapoderamiento de los medios de producción de una parte de la población constituye un fenómeno de acumulación originaria que se venía procesando desde fines del siglo XVIII. Incluye modificaciones del modo de reproducción de la población rural y de sus formas de conciencia social, modelando un hombre que debe vender su fuerza de trabajo para subsistir y cree que así debe ser. (Barrán y Nahum hablan así de “un proletariado rural sin conciencia”)

Historia económica del Uruguay Tomo II 1860-1910. Julio Millot- Magdalena Bertino.

Bases sociales.

Opinión del estanciero Domingo Ordoñana sobre el gobierno de Latorre.

“La campaña es habitable gracias al vigor y la energía del coronel Latorre; y el país rural, que es el verdadero país, se lo agradece sinceramente.

Hoy el estanciero se respeta, el capataz obedece, el peón trabaja y la familia economiza…y si cuando se levantó la nueva entidad personificada en el señor Latorre la saludamos con toda efusión y sinceridad, es porque comprendimos que respondía a esa nueva era de orden, sin el cual la misma nacionalidad corría peligro de desaparecer”(1877).

Memoria del estanciero Dalmiro Veracierto, comisario rural en la sección de Los Cerrillos a fines de 1877: “No se ha inferido una puñalada a nadie (…) A excepción de un caballo, un reloj de plata y un cinto con $607, todos los demás objetos robados han sido restituidos a sus dueños y tan sólo dos rateros han conseguido escapar de la acción de la Policía y esto debido a los mismo damnificados (…)

El vecino es dueño de su propiedad y su hogar y no está amenazado hoy por las cuadrillas de malvados que se constituían en dueños absolutos de todo… Los vagos ya no juegan a la taba o a las cartas el lucro del abigeo a que se entregaban las más de las noches…” Citado por Reyes Abadie: Ob. Cid. p. 91.

BASES CULTURALES.

“Para resolver las crisis económicas, hemos dicho tenemos que producir más o que consumir menos; o bien, hacer las dos cosas a la vez. Pero, ¿cómo conseguir ese resultado?. Aumentando la capacidad productora del país por la difusión de la instrucción a todos los habitantes, y aumentando por el mejoramiento de la educación el dominio de la inteligencia sobre las pasiones. En la realización de esa obra, la escuela tendrá parte muy esencial, aunque no exclusiva: educan e instruyen también la familia, la sociedad y la ley. Lo mismo puede y debe decirse de la crisis política: para destruir la ignorancia en las campañas y el extravío de las clases ilustradas, el medio más eficaz, aunque no el único, será la escuela pública, la escuela común, al alcance de todos y a la que todos concurran” José Pedro Varela: “La legislación escolar”, p. 121.

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