Para
asegurarse el mayor beneficio posible, los monarcas españoles establecieron el
monopolio comercial en el continente americano: las Indias podían comerciar
sólo con España. Todo el tráfico de mercancías estaba centralizado y se
mantenía bajo estricta vigilancia. El cargamento de los buques se efectuaba en
España, por comerciantes de Sevilla y Cádiz, con la intervención de la Casa
de Contratación, la que indicaba qué artículos y qué cantidad debían
embarcarse; los productos que de retorno
debían llevar y las escalas que tenían que hacer.
Se
estableció el sistema de puerto único: sólo desde Sevilla (y desde Cádiz a partir de fines del siglo XVII) podían
salir mercaderías para América, y sólo a Sevilla podían llegar los cargamentos
americanos. La región sevillana, ubicada al sur de España, era la sede de las
casas comerciales más importantes de España. Su situación geográfica, accesible
y segura, era favorable para las actividades marítimas y comerciales. En
América, los únicos puertos autorizados para el comercio eran Veracruz (México), Portobelo (Panamá), La
Habana (Cuba) y Cartagena (actual
Colombia).
El
monopolio comercial español tenía diversos objetivos, claramente establecidos.
El principal era evitar la participación de otros países europeos (como
Inglaterra, Holanda y Francia) en el comercio colonial, de modo que los
beneficios del intercambio fueran exclusivamente españoles. Los mercaderes
extranjeros no estaban autorizados legalmente para participar en el comercio
americano. Sólo intervenían en forma indirecta en calidad de abastecedores,
llevando sus mercaderías a Sevilla.
El sistema de flotas y galeones.
Para el comercio
con sus colonias Felipe II de España, hijo de Carlos I, estableció el sistema de flotas y galeones, que tuvo
vigencia desde mediados del siglo XVI hasta mitad del siglo XVIII. La metrópoli
enviaba anualmente dos flotas acompañadas por embarcaciones de defensa (los
galeones) para protegerlas de los ataques de piratas y de corsarios,
principalmente ingleses. Las flotas partían desde Sevilla, una en enero y la
otra en agosto, y navegaban por las rutas establecidas por la Corona. Al llegar
a América se dividían:
_ una parte se
dirigía al puerto de Veracruz en México, desde donde se distribuían las
mercaderías por el Virreinato de Nueva España:
_
la otra llegaba hasta Portobelo, en Panamá, desde donde se distribuían por el
Virreinato del Perú.
Mercancías transportadas, fletes y
seguros:
Las
exportaciones españolas hacia América en los primeros tiempos de la
colonización están fundamentalmente compuestas por alimentos, aperos de
labranza y manufacturas. Entre los alimentos se lleva trigo, legumbres, vino (a
partir de 1519 se exportaban vides para plantarlas en América), aceite,
vinagre, azúcar, y desde Canarias se enviaron obreros especializados para su
producción). Para fomentar la agricultura y la ganadería se mandan aperos en
general y semillas, plantones y ganados. Las manufacturas comprenden paños,
sedas, ropas, vidrios, cuchillería, herramientas, libros, etc.
En
cuanto a las importaciones se refiere, hay que destacar algunos productos
típicamente americanos como son el tabaco, cacao, chocolate, cochinilla, añil,
palo del Brasil, cueros, maderas. El tonelaje de las importaciones es inferior
al de las exportaciones, sin embargo esa diferencia queda compensada con creces
con el extraordinario valor de la importación de metales preciosos como el oro
y la plata.
Ventajas: el sistema le permitió un
efectivo contralor del comercio con los reinos de Indias, gracias al sistema de
flotas y al régimen de puerto único.
Inconvenientes: aguzó el ingenio y la apetencia
de los contrabandistas, no sólo ingleses y holandeses, sino también españoles.
Incluso las autoridades se mezclaron con el contrabando, que resultó siempre un
magnífico negocio en perjuicio de la Corona.
Inconvenientes:
·
El encarecimiento de los productos en zonas distantes a los puertos
donde llegaba la flota. Debido a la cantidad de intermediarios por los que pasaban, los
productos en las zonas más australes del continente podían salir muchas veces
más caras que en el Caribe y zonas aledañas. Parte del trayecto se hacía por
mar, y el resto por tierra, El traslado era lento y difícil por las grandes
distancias, los malos caminos y los precarios medios de transporte (a lomo de
mula). Los productos tardaban en llegar y sus precios eran muy altos. Las
mercancías se encarecían porque pasaban por muchos intermediarios (vendedores
del puerto, del interior, comerciantes locales) y también por el alto valor de
los impuestos de entrada y salida.
·
Desabastecimiento, debido a que muchos de los productos que traían los barcos se perdían
o pudrían en el trayecto.
Ventajas: La necesidad avivó el ingenio de los
americanos: como las mercaderías eran costosas, estos prefirieron elaborarlas
en el país.
·
Desarrollo de las manufacturas americanas. Se desarrollaron tanto para no
pagar de más los productos como para no esperar a la llegada de la próxima
flota. De ese modo, las ciudades del Interior hicieron surgir una abundante industria manufacturada.
En ese sentido, el monopolio encarecedor fue el mejor incentivo y
la mejor defensa de los telares, obrajes, ingenios, talleres, molinos y
viñedos, crecidos a la sombra de la necesidad.
·
Desarrollo del contrabando, principalmente en los puertos más importantes de Sudamérica, como el
de Buenos Aires. Fue una respuesta considerada legítima para no pagar excesos
de precios. A partir del siglo XVII otras potencias, como Francia e Inglaterra,
se aventuraron a comerciar con América. Ofrecían productos más baratos y en
forma más rápida, y los ingresaban a América a través del contrabando. Los
contrabandistas podían vender en América a bajos precios porque sus mercancías
no pagaban impuesto ni sufrían los altos costos de transporte del comercio
legal.
El tráfico
marítimo entre España y América era muy importante. Los barcos españoles iban y
venían por el Atlántico, cargados de enormes tesoros como joyas, sedas y
monedas de oro y plata. El transporte de semejante cargamento dio lugar al
desarrollo de la piratería. Los corsarios y piratas, generalmente ingleses,
franceses y holandeses, se organizaron para atacar las flotas españolas y
apoderarse de las riquezas y mercaderías que transportaban.
Los
corsarios actuaban cuando su país mantenía guerra
con España. El botín capturado se repartía correspondiendo una parte al Estado. Sus actividades cesaban al declararse
la paz.
Los
piratas operaban en todo tiempo,
por cuenta y riesgo propio y se
distribuían entre sí el producto. Su
centro estaba en la isla Tortugas, al norte de Haití, desde donde se ocuparon
durante los siglos XVII y XVIII del mar de las Antillas.
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