Alguien sabe cómo se fabrica un lápiz?
En 1776, con esta sencilla pregunta, Adam Smith daba comienzo a la
ciencia económica moderna y fundaba la ideología de más éxito e influencia de
los últimos tres siglos: el liberalismo. Porque los grandes pensadores que
vinieron después (desde Marx a Keynes, pasando por Mill o Hayek), lo que
hicieron fue adherirse, criticar o matizar las ideas de Smith, que permanece
hoy como parada obligatoria para todo el que quiera comprender el
funcionamiento del orden económico libre.
Con Adam Smith nace el liberalismo económico. Su libro “Acerca de la
naturaleza y causa de la riqueza de las naciones” es considerado la
“Biblia de la economía política”.
Smith vivió en el siglo XVIII, época en que en
Inglaterra se inicia la Revolución Industrial que tiene como consecuencia un
gran incremento de los bienes.
Su pregunta no difería mucho de la de los mercantilistas y
fisiócratas: ¿De dónde sale la riqueza de la nación? Dos
conceptos
aparecen como respuesta:
-La división del trabajo como fuente de productividad
-El papel del mercado
LA DIVISIÓN DEL TRABAJO
Adam Smith sostiene que la productividad aumenta a medida que se
incrementa la división del trabajo. La productividad, considerada como la
capacidad de producir una cantidad determinada de bienes con un conjunto de
recursos dados, un a cantidad de máquinas, una cantidad de mano de obra y un
cierto tiempo, será mayor si el trabajo se divide entre especialistas que
cumplan funciones definidas.
Smith ilustra esta afirmación analizando la actividad de una fábrica de
alfileres:
“...Uno tira el metal o alambre, otro lo endereza, otro lo corta, el
cuarto lo afila, el quinto lo prepara para ponerle la cabeza; y el formar ésta
requiere dos o tres distintas operaciones; el colocarla es otra operación
particular; es distinto oficio el blanquear todo el alfiler; y muy diferente,
también, el de colocarlos ordenadamente en los papeles. Con que el importante
negocio de hacer un alfiler viene a dividirse en dieciocho o más operaciones
distintas, las cuales en unas ocasiones se forjan por distintas manos y en
otras una mano sola forma tres o cuatro diferentes. ..., estas... personas
podrían hacer cada día más de cuarenta y ocho mil alfileres,... Pero si éstos
hubieran trabajado separada e independientemente,..., ninguno ciertamente
hubiera podido llegar a fabricar veinte alfileres al día, y acaso ni aún uno
solo, ...”
¿Por qué? Muy simple, cada uno se ha transformado en
especialista en su función, la conoce al detalle y puede realizarla mucho más
rápido y mejor. Por otra parte, no se pierde el tiempo que un trabajador emplea
al pasar de una actividad a otra.
A esta división del trabajo, producida al interior
de la fábrica, Smith la llama división técnica del trabajo. Si se demuestra que
la división técnica del trabajo permite aumentar la productividad en una
fábrica, está afirmación puede ser trasladada al conjunto de la economía de una
nación, explica Smith.
Imaginemos una comunidad donde cada miembro debe procurarse por sí
mismo, sin interactuar con otros, el conjunto de bienes que necesita. Tendrá
que hacerse su propia ropa, conseguirse su propia comida, construirse su propia
casa. Podemos imaginar “La calidad” de esos artículos y el tiempo que demorará
nuestro trabajador en producirlos. En cambio, si en esa mima comunidad cada uno
se especializa en algo, tendremos entonces el sastre, que hará mejor muestra
ropa en menos tiempo, y el carnicero que nos proveerá de carne, el albañil que
construirá nuestra casa. Habrá un ahorro de tiempo y, se construirá más y
mejores bienes. La riqueza de esa comunidad habrá sin duda aumentado con
respecto a la de un mundo sin división del trabajo.
EL MERCADO
Pero esta comunidad, en la que existe la división del trabajo, tiene aún
un problema para resolver: el carnicero tiene montones de comida, el sastre
montones de trajes, el albañil, montones de casas. ¿Cómo hacemos para que
estos bienes se distribuyan entre todos?
Smith tiene la respuesta: se distribuyen por medio del intercambio en el
mercado. Èl señala que existe una propensión natural a hacerlo y que esta
tendencia viene de las propiedades naturales del ser humano hacia la “razón y
al habla”. Según Smith, el intercambio es lo que diferencia a los hombres de
los animales. “Nadie ha visto jamás a un perro cambiar deliberadamente un hueso
con otro”, decía Smith.
El mercado, entonces, el lugar donde se cambian los bienes y donde cada
uno consigue lo que efectivamente necesita para su consumo personal.
Cada uno trata de obtener para sí, egoístamente, el máximo beneficio de
ese intercambio. Tratará para ello de producir los mejores bienes y de hacerlo
lo más barato posible, para ganarles a sus competidores. Como todos los
miembros de la comunidad harán lo mismo, el conjunto de bienes existentes
aumentará al máximo del que es capaz. Así sin que nadie lo decida centralmente,
a partir de un sinnúmero de decisiones individuales, se obtendrá un máximo, u
óptimo social.
Smith define este funcionamiento como resultado de “la mano
invisible” del mercado, porque funciona sin que nadie lo guie.
Más aún, Smith en una crítica a los mercantilistas, sostiene que cualquier
intervención del Estado sobre el mercado, por más bien intencionada
que sea, lo único que consigue es “trabar” el mecanismo y generar ineficiencias
que conducen, en definitiva, a producir una menor cantidad de bienes para la
comunidad.
2 comentarios:
Menos mal que era corto😂
Soy Brandon
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